"Si
algo irritaba al abuelo, éste fruncía el ceño y exclamaba con voz
profunda:
- ¡Tu
UTAMÁ!
La
misteriosa expresión literalmente paralizaba a quienes se hallaban a
su lado. Les infundía un pavor místico.
(...)
Mi
madre nunca llegó a descifrar el sentido de aquella expresión. Yo
tardé muchos años en comprenderla. Sólo cuando fui a la
universidad, inesperadamente, caí en ello. Pero yano se lo expliqué
a mi madre. ¿Para qué?
(..)
Alrededor
del abuelo se creó una zona peligrosa de metro y medio. La longitud
de su bastón...
A
menudo trato de comprender por qué mi abuelo era tan hosco, qué lo
había convertido en un misántropo..."
“La
vida del tío Leopold se me aparecía cubierta por una exótica
nebulosa. Había en él algo de los héroes de Main Reed y de Cooper.
Durante largos años, su suerte excitaba mi imaginación. Ahora ya se
me ha pasado”
Capítol IV.
“Estarán
de acuerdo conmigo en que el nombre determina en gran medida el
carácter y hasta la biografia de una persona.
Anatoli
casi siempre es un sinvergüenza y camorrista.
Borís,
un colérico dado a la gordura.
Galina,
una metomentodo, chillona y vulgar.
Zoia,
una madre soltera.
Alekséi,
un bonachón con poco carácter.
El
nombre de Grigori me sugiere cierto bienestar material.
El
de Mijaíl, la sorda premonición de una muerte trágica y temprana.
(Acuérdense de Lérmontov, Koltsov, Bulgákov...)
Y
así sucesivamente."

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